¿Tu empresa tiene 20 o más empleados? ¿Hacéis compras de forma periódica?
Escríbenos a: grandescuentas@bruneau.es y un comercial de grandes cuentas de tu zona se pondrá en contacto contigo
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Las más prestigiosas revistas de moda tendrían material para escribir durante un año si escucharan los temas de conversación de la oficina en estos días. Esta redacción puede ahora mismo dar detalles insospechados sobre el modelo, peinado, look -y atrevimiento del mismo- de cada una de las personas integrantes de la cena navideña de empresa. Pero este festín no es el único plato de conversación de estos días. Loterías y amigos invisibles complementan el menú.
Con la agenda de reservas casi imposible, lo más probable es que la cena de Navidad de tu empresa esté más que fijada en el calendario desde hace semanas, si no meses. Desde el mismo día en que Dirección o Recursos Humanos notifica a la plantilla la fecha y lugar, comienza el baile de opciones. A las clásicas preguntas "¿y si no me gusta el marisco?", "¿hay opción vegana?" o "¿hay menú infantil, que no me gusta ningún plato?", le sigue el auténtico dolor de cabeza del "¿qué me pongo?".
Consejo: visto el padecimiento general, os recomendamos hacer una lista en Excel que incluya nombre-altura-talla-vestido/traje disponible. ¿Por qué? Porque la oficina en estos días se convierte en un auténtico Wallapop verbal, con el "¿qué tienes para dejarme?" como pregunta de bandera. Una lista ordenada y compartida puede evitar quebraderos de cabeza.
El otro gran tema: "¿tú cómo vas a ir?". En el caso de que el lugar de celebración se ubique a las afueras -el típico mesón o restaurante perdido entre fincas o campiñas-, el uso del coche particular parece inevitable (si la empresa no opta por contratar un servicio de minibús o autocar). Aquí se abre otro debate durante días: cómo repartirse entre compañeros con el menor número posible de coches.
De nuevo, el listado se nos presenta como herramienta imprescindible. Hemos visto casos de gente quedándose en tierra porque "me dijo Rafa que me recogía en plaza España".
Las dos leyes no escritas de la cena de empresa: 1. La cena no solo es la cena. 2. Lo que pasa en la cena se queda en la cena. Asumidas estas premisas, una de los eventos que se puede narrar sin censura tras los postres (y el discurso de Dirección) es la participación en juegos y actividades diversas. Uno de los más recurrentes, cómo no, es el amigo invisible. ¡Ah! ¡Cuánto veneno camuflado bajo un lazo y una cajita! El amigo invisible son las dos caras de una moneda. Cariño y venganza a partes iguales en función del papelito que te haya tocado...
Para evitar riesgos, una de las fórmulas preferidas por las empresas para organizar amigos invisibles es la de proponer que regalos y destinatarios sean completamente anónimos, partiendo de un límite presupuestario común. Pero se puede seguir optando por la fórmula de elección previa del papelito y una gran bolsa común en la recepción donde ir depositando los regalos durante los días previos a la celebración. En este caso, NUNCA, NUNCA, por muy bromista que seas, insistimos, NUNCA debes caer en la tentación de depositar un regalito malicioso para alguien que en realidad no te ha tocado en el sorteo... Allá tú y tu conciencia...
El otro episodio inevitable en el ambiente oficinero prenavideño es la compra y repartición de décimos de lotería. Uno de los grandes dilemas anuales incluso para los más reticentes a creer en el azar. Y es que el gran triunfo de la lotería navideña no es la ñoñería de compartir ilusiones ni llevarle un décimo en mano a tu primo el del campo que vive a 800 kilómetros. No. El gran mensaje que subyace bajo ese manto de anuncios es "¿Y si no juego y les toca a todos menos a mí?". Pues lo dicho, de cabeza a apuntarse en la lista de décimos.
Muy aconsejable, en la cuestión que nos ocupa, dejar todo por escrito y, en el caso de que se compartan décimos entre dos o más personas, hacer fotocopias del original y firmarlas conforme el premio se repartirá a todos los efectos. No será porque no ha habido casos reales de gente que "prometió" compartir el premio y aún sigue en paradero desconocido.
Del décimo oficial no te libras, aunque tengas una ínfima posibilidad de que te toque. Pero al menos puedes librarte de toda esa ristra de loterías colaterales, también inevitable, que son las participaciones de coles, institutos y asociaciones de amigos del encaje de bolillos, en las que como mucho puedes perder la opción a que te toquen 15 euros de una pedrea o una cesta navideña (bueno, tal y como van los precios, esta última se ha convertido en artículo de lujo extremo).