¿Tu empresa tiene 20 o más empleados? ¿Hacéis compras de forma periódica?
Escríbenos a: grandescuentas@bruneau.es y un comercial de grandes cuentas de tu zona se pondrá en contacto contigo
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No hay que negarlo: uno de los (pocos) alicientes de acudir a diario a una oficina o centro de trabajo es el encuentro con los compañeros. Bueno, con algunos, porque como en todo vecindario, los hay que te irías con ellos de casa rural (sí, suelen ser los menos), pero también están aquellos con los que aflojas o aceleras el paso para evitar coincidir en la entrada de la empresa (imaginamos vuestra sonrisa cómplice leyendo esto ahora mismo). ¿Les sacamos punta y los colores? ¿A cuántos de los que describimos aquí abajo reconocéis?
Es como las minitiendas de las gasolineras. Siempre están ahí, a todas horas, para lo que se tercie. La palabra "no" es ajena a su vocabulario. Suelen ocupar puestos relacionados con la informática o el mantenimiento. Casi llevan escrito en su contrato que, cada vez que ponen un pie en el pasillo o se cruzan con alguien, van a recibir un encargo/pregunta/petición de favor. Intentan pasar desapercibidos, pero ignoran que, por defecto, el personal de toda oficina tiene un detector de "compañeros 24/7", que funciona mejor que el sensor por calor del mítico alienígena Predator. El color marrón sin duda se inventó en honor del compañero "24/7".
Es esa persona de la oficina a la que le preguntas cómo expresaría una idea en un email y te acaba reconfigurando el programa gestor de correos electrónicos "porque así funciona optimizado, y además tiene oculta una función que acepta código html que si quieres te la puedo activar". Pobre de ti si le llamas para que resuelva una duda mirando un mail en tu pantalla. Te acabará recalibrando los colores del monitor, reorganizando los iconos del escritorio y, de paso, instalándote un Spotify libre de anuncios para esos ratos aburridos del día. Ingenio no le falta, pero si el compañero o compañera "I+D" saliera a buscar setas con el mismo afán con que explora todos los menús de los programas, ecosistemas enteros de bosques se verían arrasados.
¿Crees que tus penurias, tus peleas con tus hijos adolescentes y tus averías domésticas y de coche son un pozo sin fondo en tu vida? No te preocupes. Solo tienes que trabar amistad con esa persona de empatía extrema, siempre presente en tu oficina, y a la que identificarás rápidamente por sus tres palabras más frecuentes: "A mí también". Además, este personaje suele añadir un efecto multiplicador a las tragedias ajenas. Si tu hijo ayer volcó el plato de lentejas porque no le gustan, el suyo hizo lo propio, pero con una olla entera al fuego. Si tu moto te ha dejado tirada de camino al trabajo, a ella, la semana pasada, le pasó lo mismo con el coche, pero lejos de la urbanización y teniendo que bajar del vehículo rodeada de jabalíes. Gracias la inestimable presencia de esa persona con empatía extrema, volverás cada día a casa tarareando el "Podría ser peor" de La Casa Azul.
Las muy diversas entidades asociativas y de cooperación están de enhorabuena si en tu oficina existe este perfil de persona. Abanderada de todas las causas habidas y por haber, ante su despliegue de medios, solo tú decides dónde pones el filtro. Cuando solicita colaboración para temas humanitarios o médicos, ahí todo el mundo lo tiene claro, se contagia de su bondad y acaba participando, nada más faltaría. Pero si empieza a: a) vender lotería para el viaje de fin de curso de una sobrina; b) pedir fondos para el mantenimiento de una colonia de gatos en el pueblo de su tío; c) buscar voluntarios para limpiar de piedras y maleza un viejo sendero ciclista... Entonces es cuando la gente empieza a sacar el móvil con la excusa, de "uy, mi hijo ha perdido el bus y tengo que ir pitando a recogerle".
Compañero/a cuyo hijos han alcanzado la adolescencia y por fin se ha visto con tiempo para hacer... ¡ese curso de cocina creativa! Por supuesto, el resto del personal de la oficina y, si te descuidas, hasta el conserje del edificio, se convertirán en catadores de sus engendros culinarios.
Por extensión, el resto de compañeros de trabajo que, dignos de una actuación oscarizable, ponen cara de plenitud y aprobación tras catar las recetas del "masterchef". El nivel DiCaprio ya lo ostentan quienes dan un paso más y le piden que comparta la receta en el grupo de Whatsapp "El top de la ofi".
Podríamos tenerte haciendo "scroll down" hasta el infinito enumerando personajes. Tampoco vamos a hacer sombra desde aquí a cientos de relatos, monólogos y obras de ficción (The Office, ese gran referente) sobre el tema. Pero sí que te invitamos a que nos envíes un email, compartas tu experiencia con nosotros y nos describas a esa persona singular de tu trabajo.