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"¿Y tú, qué has hecho?": los rituales de la vuelta a trabajo tras las vacaciones

La fecha del 15 de septiembre marca, salvo contadas excepciones, la frontera natural desde la cual las vacaciones se perciben como un recuerdo lejano y el siguiente periodo festivo aún ni se vislumbra. La segunda quincena de septiembre es como el partido tras la prórroga y los penaltis. No hay nada más allá, pero a diferencia del fútbol, en que risa y llantos se reparten por igual al término del encuentro, la segunda semana de septiembre nos propina un contundente mazazo común de derrota con pase directo al oscuro túnel de vestuario laboral. ¿Cómo arrancar una sonrisa en este panorama desolador? Pues echando mano del oficionario costumbrista y recalando esta vez en ese elenco de compañeros fieles como nadie a sus ritos posvacacionales en el trabajo.

Rituales de la vuelta de vacacionesRituales de la vuelta de vacaciones

El "National Geographic"

Su reencuentro con la oficina viene inexorablemente acompañado de abundante material gráfico -en el peor de los casos, incluye vídeos y con sonido, claro- y de una narrativa detallada sobre cada una de las etapas de sus vacaciones. No tiene ni la deferencia de seleccionar las fotos; su carrete de imágenes es un fuego a discreción donde casi puedes degustar los entrantes, primero, segundo y postre de cada cena con el capitán del crucero. Por supuesto, amenizará los ratos en la cocina-office con los vídeos (altavoz del móvil mediante) de la orquesta de versiones tocando el Follow the leader a bordo.

La estatua humana

Su primera semana en la oficina tras las vacaciones hacen a esta persona indistinguible de uno de esos actores y actrices que practican en calles céntricas el arte de la quietud extrema, vestidos de Cristóbal Colón, Alien o cualquier otro referente popular que se os pase por la mente. “Es que aún no he pillado el ritmo”, serán las escasas palabras que le oiremos pronunciar, mientras fija la vista en un punto indeterminado por encima del monitor de su ordenador.

El cuarto rey mago

Es una de las presencias más celebradas en su regreso de vacaciones. El primer día, acostumbra a venir cargado con algún detalle para los compañeros, sobre todo si sus vacaciones han discurrido por: a) un pueblo conocido muy tradicional; b) un lugar exótico y lejano -Islandia o la Patagonia, como mínimo-. En este sentido, los “vacacioneros” de pueblo se cotizan al alza, pues entre los regalos para el personal suelen contarse algunos productos de degustación que sirven de excusa perfecta para esos “miniescaqueos” de media mañana.

El avestruz

El día de regreso al trabajo, intentará pasar lo más desapercibido posible, ocultándose en todo momento cual Homer Simpson en el seto. El motivo: sus vacaciones nada tienen que ver con ese dispendio en el que otros compañeros se han dejado el sueldo de un mes en apenas una semana. Amante de las pequeñas cosas y de la vida contemplativa, apenas habrá realizado cuatro visitas a pueblos costeros no demasiado lejanos para volver a dormir en casa, que es como mas a gusto se hace. Todos le miran con cara de extrañeza cuando, a la pregunta de “¿y las tuyas, qué tal?”, se limita a responder: “Muy bien, por aquí cerquita”. Por este motivo encuentra especialmente incómodos los corrillos posvacacionales y, como consecuencia, rehúye el contacto humano durante los primeros días.

La envidia de todos

La ‘rara avis’ de la historia. Esa persona que, a la llegada de vacaciones del resto de compañeros, lanza una mirada acompañada de una media sonrisa pérfida. Cuando lo hace, casi se puede leer sobre su cabeza: “Ya habéis vuelto todos, pues ahora me voy yo”. Regresará, ya a finales de septiembre o más, recitando sus clásicos: “Ya ves, toda la playa para mí” (no se ha bañado ni una sola vez porque suele ser una persona friolera, de las de manga larga y rebequita hasta junio) o “Ni una cola para entrar en los sitios” (no ha entrado igualmente en ninguno). Es lo mismo, da rabia y envidia a partes iguales.

¿Y en tu oficina?

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